sábado, 20 de abril de 2013

Elefantes Acuden al Funeral


ALGO EN EL UNIVERSO QUE ES MUCHO MAYOR Y MÁS PROFUNDO QUE LA INTELIGENCIA HUMANA.
EL VIAJE DE LOS ELEFANTES FUE PARA DAR SU PÉSAME, PERO ¿CÓMO SUPIERON?
 
Descripción: 1.2506518915@web164006.mail.gq1.yahoo.com
 
Lawrence Anthony, una leyenda de Sudáfrica y autor de 3 libros, incluyendo
el bestseller The Elephant Whisperer, rescató valerosamente a animales
salvajes y rehabilitó elefantes de todo el mundo de las atrocidades humanas
incluyendo el valiente rescate de los animales del Zoologico de Bagdad durante la invasión norteamericana de 2003.
.
El 7 de marzo de 2012 Lawrence Anthony falleció.
Vive en el recuerdo y lo extrañan su esposa, sus 2 hijos, 2 nietos y  numerosos elefantes.
Dos días después de su deceso, los elefantes salvajes aparecieron en su casa, con dos enormes matriarcas a la cabeza.
Las manadas salvajes llegaron por separado para despedirse de su bienamado amigo humano.
Un total de 31 elefantes había caminado pacientemente más de 20 kilómetros para llegar a su casa en Sudáfrica.
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Testigos de este espectáculo, los humanos estaban asombrados no sólo por la suprema inteligencia y la precisión exacta de que estos elefantes sintieron sobre el deceso de Lawrence,
sino también por  los recuerdos y emociones profundos que estos amados animales evocaron de forma tan organizada:
Caminando lentamente - durante días - Abriéndose camino en una sola fila solemne desde su
habitat hasta su casa.
La esposa de Lawrence, Francoise, se conmovió profundamente, sabiendo que los elefantes
no habían estado en su casa antes de ese día desde más de 3 años!
Sin embargo, ellos bien sabían a dónde iban.
Era obvio que los elefantes querían dar su más profundo pésame, honrando a su amigo
que les había salvado la vida - tanto así que permanecieron durante 2 días con sus noches sin comer absolutamente nada..
Luego, una mañana partieron, emprendiendo su largo viaje de regreso a casa............
¡Asombroso!
 

Escrito por la periodista Angeles Caso



 
" Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio..
Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación -al menos la sensación- de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno.
Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera.
Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase.
Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí.
Sólo quiero eso.
Casi nada.
O todo."

miércoles, 17 de abril de 2013

martes, 16 de abril de 2013

El pescador y el banquero




Un banquero de inversión estaba en el muelle de un pueblito costeño cuando llego un botecito con un solo pescador. Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El banquero elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo le había tomado pescarlos.
El pescador respondió que solo un poco tiempo. El banquero luego le pregunto por qué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado? El pescador dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia. El banquero luego preguntó, “¿pero qué hace usted con el resto de su tiempo?” El pescador dijo, “duermo tranquilo, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siesta con mi señora, María, caigo todas las noches al pueblo donde como y toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida extremadamente feliz y ocupada.”
El banquero replicó, “Soy un MBA de Harvard y podría ayudarte. Deberías gastar mas tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote mas grande, con los ingresos del bote mas grande podrías comprar varios botes, eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador, eventualmente abrir tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este pueblo e irte a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y eventualmente a Nueva York, donde manejarías tu empresa en expansión”.
El pescador preguntó, “Pero, cuánto tiempo tarda todo eso?”. A lo cual respondió el banquero, “entre 15 y 20 años”. “Y luego qué?” . El banquero se rió y dijo que esa era la mejor parte.
Cuando llegue la hora deberías anunciar un IPO (Oferta inicial de acciones) y vender las acciones de tu empresa al público. Te volverás rico, tendrás millones”. Millones…y luego qué?” Dijo el americano, “Luego te puedes retirar. Te mueves a un pueblito en la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, hacer siesta con tu mujer, caer todas las noches al pueblo donde comas y toques guitarra con tus amigos”. El pescador respondió, ¿acaso eso no es lo que tengo ya?
Muchas veces el ser humano busca tener más de lo que necesita, debido a eso nuestro planeta no está dando abasto pues la avaricia del hombre es mayor que la producción del planeta. Cristo mismo nos enseñó a decir “danos hoy el pan de cada día” no el de todo el año. Obviamente no es un llamado a vivir sin que nos importe nada, sino a vivir el hoy, tomando lo que necesitamos y expresando nuestro cariño a quienes tenemos cerca.

Frase


Concepción Arenal


Frase


Frase


Frase


Roxette - Listen To Your Heart (video oficial)


Paulo Coelho


Bee Gees ♫ Stayin' Alive [High Quality]


lunes, 15 de abril de 2013